CHINGOLO |
Página
3 |
|
Algunas
creencias y comparaciones campestres...
|
El
chingolo es tal vez el más popular de los pájaros en el folklore,
argentino.
Cuentos, mitos, refranes lo cuentan como protagonista.
En
general, las aves proporcionan a los pobladores una serie de augurios.
Muchos de éstos tienen que ver con el chingolo.
-
En
Santiago del Estero, por ejemplo, se afirma que cuando está por producirse
un parto, este pájaro canta de distintas formas según el sexo que tendrá
el recién nacido: si será varón, sus trinos son como un sollozo y se cree
reconocer que dicen: "Me ha de hondear y me ha de matar"; si se
trata de una niña, el canto es alegre y significa: "Ha de moler (grano) y me ha de dar de comer".
-
En otras
provincias, especialmente del Noroeste, se asegura que cuando una bandada de
chingolos se posa cerca de una vivienda, habrá tormenta.
-
Si se oye
el canto de uno de estos pájaros a medianoche, es señal de que se acerca
un vendaval.
-
Si canta
ante una puerta, anuncia visitas.
|
También esta ave sirve para designar ciertas
características de los seres humanos:
-
"Chingolo" suele decirse a la gente
de baja estatura;
-
"Canillas de icancho" (una de las
denominaciones locales del pájaro) al que tiene piernas flacas;
-
"Entra solo, como el chingolo" se
dice del confianzudo que se mete en las casas sin pedir permiso y
especialmente del que aparece sin ser invitado a la hora de comer, así
como este pajarito entra en los patios en busca de migas y otros restos de
comida.
|
|
Historias
de Chingolos
Chiquito pero peleador...
Grande es la participación del chingolo en la
narrativa popular de la Argentina.
Las
características de su plumaje y su forma de caminar a saltos hacen que se
afirme que ha estado preso. El copete rayado, sería un birrete de
presidiario. Sus saltitos se explicarían por la presencia de grilletes en
los pies.
La prisión del animal se debe, según
distintos relatos, a peleas o irreverencias. Como es un pájaro
considerablemente agresivo, frecuentemente se lo presenta en los cuentos
como un pendenciero.
|
Un relato dice que antiguamente
el chingolo había sido un
hombre, cantor y guitarrero. Una vez se encontró con un forastero que
estaba cantando. Enojado, desmontó de su caballo al grito de que él
era el único cantor de ese pago.
Acto seguido le quitó la guitarra y se la rompió.
Inmediatamente se inició un duelo a cuchillo en el que salió vencedor,
matando al desconocido.
Preso
por el crimen, esa noche se transformó en pájaro y huyó entre los
barrotes del calabozo, pero aún conserva los grilletes en los tobillos y
el gorro carcelario.
Según otras
versiones el muerto es un pájaro: el crespín. Por ésto, el chingolo es
denunciado al juez por el benteveo. Condenado, consigue fugarse. Pero todavía
lleva los grillos en sus patas.
|
Dice otro cuento que en un tiempo un
pájaro -la loica-, tenía una pulpería (bar). La loica era muy bonita y a todos les gustaba por
eso frecuentaban su boliche.
Un día el chuschín o chingolo -celoso- provocó al cardenal, que
entonces tenía la cabeza del mismo tono del cuerpo.
En alusión a su
parado copete, preguntó en voz alta a la loica si no tenía un peine a
mano. Picado, el cardenal le contestó; "¿Y por casa, cómo
andamos?" (ya que el otro tiene también su copetito).
Inmediatamente
aparecieron los facones (cuchillos) y el chingolo, rápido para la pelea,
asestó tremenda cuchillada en la cabeza de su oponente, que se desplomó
sobre el pecho de la loica (que hasta hoy muestra la roja mancha de la
sangre del herido).
Como consecuencia, el chingolo fue preso y encadenado
y al cardenal le quedó el copete colorado.
(En otras narraciones el chingolo pelea incluso
con el cóndor, que no sale bien parado de la lucha).
|
La prisión del
chingolo tiene también otras explicaciones.
En Catamarca dicen que una vez un hombre muy fuerte pasó delante
de una iglesia en construcción y, burlándose del esfuerzo realizado,
afirmó que era capaz de tirarla abajo de una patada. Así hizo, pues su
fuerza era efectivamente mucha. Pero fue preso por eso, encerrado y con
cadenas en los pies.
Peor fue el castigo de Dios: lo convirtió en un
pajarito de patitas débiles, que aún camina a saltos pues lleva grillos. 
En la misma provincia otro relato cuenta que tras el Diluvio, el arca de
Noé varó en la montaña y, como todos se estaban quedando sin
provisiones, mandaron al chingolo para que averiguara cómo estaba la
situación. Este halló que todo volvía a la normalidad; el espectáculo
de la tierra reverdecida lo entretuvo tanto que olvidó su misión y pasó
días de recorrida. Finalmente recordó a quienes lo esperaban. Cuando
volvió éstos estaban furiosos por la espera y en castigo lo metieron
preso.
En Corrientes, en cambio, se dice que Cachilo
-denominación local del ave- fue un muchacho cuyo padre fue apresado por
la policía. Encadenado, el hombre caminaba con dificultad y el hijo se rió.
El padre lo maldijo y se transformó en un pajarito que caminaba dando
cortos saltos, como un engrillado.
Fuentes: Coluccio
Félix. Diccionario Folclórico Argentino. PLUS ULTRA.
Fauna
Argentina nº 39. CENTRO EDITOR DE AMÉRICA LATINA.
|
|
|
|