MORFOLOGÍA DE LAS AVES

El esqueleto

 
El esqueleto de las aves es notable por lo delgado de las paredes de los huesos, que están huecos.

Las vértebras del cuello son muchas y forman una serie muy flexible, mientras que las del dorso están, por el contrario, firmemente unidas entre sí.

Lo mismo ocurre con las costillas, cada una de las cuales presenta a veces una prolongación (apófisis uncinal) para enlazarse con la que hay detrás. La parte posterior de la columna vertebral está soldada en una pieza con los huesos del cinturón pelviano, constituyendo un sólido caparazón óseo.

Esqueleto de Columba (paloma)

 El esternón presenta casi siempre una fuerte cresta o quilla para la inserción de los músculos del pecho que intervienen en el movimiento las alas. La columna vertebral termina casi siempre en un hueso más o menos puntiagudo, el pigostilo, en el que se insertan las plumas de la cola en forma de abanico.

El pie aparece formado solamente por los huesos de los dedos o falanges; los que en los demás vertebrados forman la parte media del pie o metatarso. Aquí están soldados en un hueso único con el tarso o base del pie, constituyendo el tarso - metatarso; que es lo que aparece como pata del ave.

Los huesos huecos están vinculados con el aparato respiratorio. El ave respira con dos pulmones. Pero lleva en dicho aparato nueve o más cámaras de aire accesorias llamadas sacos aéreos, con ramificaciones que envuelven los distintos órganos y penetran en los huesos; contribuyendo a reducir el peso especifico del animal.