El
Cisne de Cuello Negro es un visitante estival de toda la Patagonia. Es
su lugar de veraneo en donde anida y se reproduce. Está adaptado a la
vida acuática; por lo tanto lo vas a ver nadando en lagos, lagunas, ríos
o mar.
En
sus patas poseen tres dedos dirigidos hacia adelante y unidos por una
membrana interdigital que actúan como “patas de rana” para
optimizar la natación. En tanto un cuarto dedo está dirigido hacia atrás.
Tienen
densas capas de plumas cortas que engrasan permanentemente para
impermeabilizarlas. Lo hacen distribuyendo con el pico la secreción de
la glándula uropigia que está cerca de la cola. (Esta glándula es ese
“piquito” que se le saca de la cola al pollo antes de cocinarlo).
Para
protegerse de eventuales peligros, se alejará nadando rápidamente o
carreteando sobre la superficie del agua ayudándose con fuertes aleteos
aguas adentro. En tanto los lugares con vegetación más abundantes son
sus elegidos para hacer el nido y criar la descendencia.
Otro
de los espectáculos que nos regalan para deleitarnos es –como ocurre
también con otras especies acuáticas-, el transporte de sus pichones
sobre su lomo.
Cadena
alimentaria
Es
de hábitos diurnos. En el agua encuentra todo lo que necesita: hojas,
tallos tiernos, semillas, raíces, larvas de insectos acuáticos,
moluscos, crustáceos y huevos de peces. Todo esto constituye su dieta.
A
la hora de comer y cuando el agua no es muy profunda, el espectáculo es
verlo haciendo una “vertical” con sólo medio cuerpo fuera del agua
(la parte trasera).
Sus
depredadores naturales son las aves rapaces que atacan fundamentalmente
a los pichones.
El
hombre constituye una amenaza también para su vida, aunque últimamente
los mayores controles de la caza furtiva y el crecimiento de una actitud
más conservacionista y de convivencia con la naturaleza los exime del
peligro de extinción.